viernes, 11 de febrero de 2011

Qué es la Hermandad Musulmana


Por Christopher Dickey y Babak Dehghanpisheh

La Hermandad Musulmana se pone de pie en Egipto, pero ¿puede gobernar? Cómo es el accionar de este grupo y cuál es su participación en la rebelión y las movilizaciones que se llevan a cabo en El Cairo.

Descansando cerca de la entrada a un callejón manchado de sangre en las afueras de la plaza central de Tahrir en El Cairo, el prominente ingeniero y activista político Mamdouh Hamza, de 63 años, afirma que la Hermandad Musulmana salvó el día. “Los necesitamos”, dice. “Fueron muy importantes para la resistencia”. A una corta distancia por el callejón, en medio de un laberinto de tiendas cerradas, se encuentra el hospital improvisado en el que recibieron atención los cientos de manifestantes contra el régimen que fueron golpeados, apuñalados, tiroteados, quemados por bombas molotov o golpeados por las piedras que volaron durante la batalla campal de la semana pasada contra los hombres del presidente Hosni Mubarak. Sin embargo, los manifestantes lograron mantener sus posiciones —gracias a los refuerzos de la Hermandad, dice Hamza, mirando a la multitud en la plaza. “La mitad de las personas que están aquí pertenece a la Hermandad Musulmana”, afirma.

Las raíces islamistas de línea dura de la Hermandad asustan a mucha gente, dentro y fuera de Egipto. En su discurso ante el Parlamento israelí la semana pasada, el primer ministro Benjamin Netanyahu invocó el fantasma de la Revolución Islámica de Irán de 1979. El Congreso de EE. UU. expresó temores similares. Y desde luego, lo mismo hizo Mubarak, que se presenta como la última línea de defensa de Egipto contra un diluvio islamista radical desde el asesinato de su predecesor, Anwar El Sadat, en 1981, por los seguidores de un grupo escindido de la Hermandad Musulmana.

La desagradable verdad es que el caos ya llegó. En la plaza Tahrir y sus alrededores, los hombres de Mubarak cargaron a caballo y en camellos contra la multitud de manifestantes pacíficos, los apedrearon e irrumpieron en sus filas con palos y cuchillos. El Ejército egipcio, supuestamente neutral y montado en carros de combate M1A1 Abrams, suministrados por EE. UU., se echó hacia atrás y permitió que los matones a favor del gobierno llevaran a cabo el trabajo sucio. En el momento en que cesaron los combates, la Hermandad había adquirido más apoyo popular que nunca, ganándose los calificativos más enorgullecedores del léxico de la política árabe y musulmana: “resistencia” y “mártires”. “El gobierno egipcio está convirtiendo a la Hermandad en el rostro de la oposición”, dice el investigador Scott Atran, autor de “Talking to the Enemy: Faith, Brotherhood and the (Un)Making of Terrorists” (“Hablando con el enemigo: la fe, la Hermandad y la (de)construcción de los terroristas”). Y, sin embargo, Atran sostiene que el grupo representa sólo una pequeña fracción de la población de Egipto, con no más de unos 100.000 seguidores en una nación de más de 80 millones de habitantes.

Resulta revelador que la Hermandad no haya participado en el surgimiento de las protestas. Los instigadores reales fueron un grupo de jóvenes fanáticos de la tecnología que movilizaron a miles de personas de casi todos los estratos —con la notable excepción de la Hermandad, que se negó a unirse a las primeras manifestaciones masivas pero pacíficas del 25 de enero. Sin embargo, el grupo participó en manifestaciones posteriores y es imposible decir si tuvo algo que ver con la violencia que asoló algunas de esas protestas, como la quema de la sede del partido de Mubarak en El Cairo la noche del 28 de enero.

La estrategia evidente de Mubarak se parece al negocio de protección de la mafia, al provocar el temor entre la misma sociedad a la que dice defender. Aun así, el presidente de 82 años no puede esperar jugar este juego durante mucho más tiempo. La edad y la salud habrán de reclamarle, aunque el Ejército (que se encuentra bajo una considerable presión de EE. UU. para resolver la crisis) decida no derrocarlo. Y a pesar de todo, es la Hermandad la que perdurará. “Son el grupo mejor organizado”, dice Atran. “Son capaces de mantener el rumbo. No van a ceder”. El grupo fue fundado en 1928 por Hassan al-Banna, un agitador que predicaba los ideales musulmanes, pero que basó su organización en otros movimientos ideológicos de su época. “La Hermandad fue fundada como células paramilitares según los modelos fascistas y comunistas”, dice Atran. “Se dispersaron cuando el poder en su contra era fuerte, para unirse cuando era débil”.

El grupo fue reprimido sin piedad por Gamal Abdel Nasser, el predecesor de Sadat, en las décadas de 1950 y 1960, y resurgió como fuerza política en los ‘70. Después de la muerte de Nasser en 1970, Sadat trató de hacer las paces con la Hermandad: en lo más profundo de la Guerra Fría, el grupo parecía un posible contrapeso contra los partidos de influencia comunista que buscaban el poder en gran parte del mundo musulmán. El acercamiento terminó en 1977, cuando el grupo se sumó a los disturbios contra la carestía en todo el país, y Sadat intentó aplastarlo de nuevo. Mientras tanto, los israelíes cultivaban a la Hermandad Musulmana en Gaza, en un intento mal concebido para debilitar a los grupos palestinos de izquierda. Más tarde, esa rama de la Hermandad tomó un nuevo nombre: Hamás.

La Hermandad dio lugar a numerosas y siniestras organizaciones disidentes. Algunas de ellas son ahora sus enemigos jurados. Ayman al-Zawahiri, el segundo al mando de Al Qaeda, comenzó su carrera como discípulo de un filósofo de la Hermandad llamado Sayyid Qutb. Pero Qutb era sólo una figura marginal de la Hermandad, y, como señala Atran, Zawahiri dedicó “toda su vida política activa a vilipendiar a la Hermandad, calificando a sus miembros como ‘falsos musulmanes’, cobardes y aliados de cruzados y judíos debido a la disposición [del grupo] a participar pacíficamente en la política egipcia, y por mostrar solidaridad con los cristianos y los chiitas que fueron bombardeados y asesinados en Egipto, Irak y otros países”.

Sin embargo, los saudíes, que a menudo son acusados de fomentar el islamismo radical, miran a la Hermandad con sospecha. Newsweek obtuvo un extenso expediente, elaborado el año pasado por analistas árabes con estrechos vínculos con la inteligencia saudí, que sostiene que una red mundial bien financiada de la Hermandad Musulmana utiliza a “políticos aparentemente moderados para seguir su programa extremista” en sitios tan lejanos como Malasia. Una simple insinuación de la participación de la Hermandad con los manifestantes de Tahrir hizo que el rey saudí Abdullah proclamara su apoyo a Mubarak y denunciara a los opositores del presidente egipcio como “infiltrados” que “escupen su odio”, mientras “incitan una maliciosa sedición”.

Rashad Bayoumi, de 76 años, director adjunto de la Hermandad en Egipto, niega cualquier objetivo encubierto. “Lo que deseamos es devolver el poder al pueblo para que todos los grupos de la sociedad estén representados”, dice. Sin embargo, tiene bien ensayados los argumentos casi jesuíticos de la Hermandad.


Cuando se le preguntó si continuaría con las relaciones diplomáticas de Egipto con Israel, Bayoumi dice que el tratado de paz de 1979 entre ambos países fue firmado sin el consentimiento del pueblo, por lo que debería ser “renegociado hasta que el pueblo esté satisfecho con él”. Pero tras hablar con algunas figuras prominentes de la Hermandad, uno se pregunta quién dirige a quién. “He vivido muchos años pidiendo que nos opongamos al régimen autoritario y opresivo de Mubarak”, dice el destacado periodista y miembro de la Hermandad Mohammed Abdel Qudous, de 63 años. “Algunas personas pensaban que la revolución egipcia comenzaría en las zonas pobres o con los dirigentes sindicales”, dice. “Pero fue iniciada por los usuarios de Facebook”. Sacude la cabeza y mira sus manos, heridas por arrojar piedras. Tiene una bandera egipcia doblada y manchada con su sangre. “Por primera vez, los jóvenes que nacieron en la era de Mubarak salieron a las calles. Me resultó muy natural dejarlo todo y dedicarme a la revolución hasta la victoria, Inshallah”. Si Dios quiere.

Desde el principio, islamistas y yihadistas fuera de Egipto trataron de reclamar las victorias de los manifestantes. El líder supremo iraní, el ayatolá Ali Jamenei, incluso habló de un “despertar islámico”. La Hermandad respondió que la rebelión contra Mubarak es “una revolución popular de Egipto”, y no una de tipo islámico.

El viernes 28, la violencia en la Plaza Tahrir disminuyó una vez más. A principios de la semana, bajo una fuerte presión de las calles, de Washington, y muy probablemente de su propio Ejército, Mubarak nombró a su primer vicepresidente de la historia.


El general Omar Suleiman, el antiguo jefe de inteligencia que obtuvo el puesto, se puso a trabajar de inmediato. La mayor parte de los matones fueron enviados a casa o mantenidos a raya por el Ejército. Los combatientes de la Hermandad curaron sus heridas. La plaza se llenó una vez más con egipcios comunes.

Después de semanas de pánico, los gobiernos árabes comenzaron a adquirir un enfoque de sentido común para su propia conservación: ceder un poco a la oposición. El hombre fuerte de Yemen, Ali Abdullah Saleh, permitió que las manifestaciones se realizaran con toda tranquilidad, y antes de que pudieran ganar impulso, anunció que no se postularía para la reelección en 2013 y que no trataría de que su hijo lo sucediera. Ante el aumento de las protestas, el rey Abdullah de Jordania nombró un nuevo gabinete y prometió reformas populares.

Al menos por el momento, la Hermandad seguirá siendo un elemento importante en el mundo árabe donde pueda participar en elecciones libres y justas. El partido que obtenga los votos obtiene el control, pero los egipcios conocen a la Hermandad. Como escribió en 1957 Naguib Mahfouz, el novelista egipcio ganador del Premio Nobel, “la difusión de la educación es tan responsable de desterrarlos como lo es la luz para desalentar a los murciélagos”. Cuando los gobiernos árabes lo comprendan finalmente, la amenaza de la Hermandad Musulmana bien podría haber quedado atrás.

Con Dan Ephron en Ammán

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