(Especial para Infolatam, por Rogelio Núñez).- El Brasil de Lula da Silva ha apostado fuertemente por ser un actor protagonista de la política internacional. Esa aspiración ha provocado un duro choque con Estados Unidos en el tema de Irán que ha agriado unas hasta ahora excelentes relaciones.La actuación brasileña ha confirmado a este país como un referente internacional pero ha aumentado la desconfianza del gobierno de Barack Obama hacia el ejecutivo de Lula da Silva.
La gran jugada de Lula da Silva para incrementar su protagonismo internacional, su apuesta por mediar en el tema iraní, está en la base de las dificultades que enfrentan actualmente Brasil y Estados Unidos. Esta política brasileña responde como asegura Peter Hakim al consenso que existe en Brasil "de que su país debe tener un papel principal en el mundo, que debe participar activamente en la elaboración de la agenda global, dando forma a los acuerdos internacionales y solucionando los problemas comunes del mundo. Esta percepción de sí mismo ha llevado al Brasil a una política exterior muy ambiciosa".
Al gobierno de Barack Obama no le gustó el pacto que el pasado 17 de mayo firmaron Teherán, Brasilia y Ankara por el cual Irán se comprometió a intercambiar 1200 kilos de uranio levemente enriquecido por mineral con un nivel mayor de radioactividad, para ser usado con fines médicos. El proceso sería supervisado por los tres países firmantes y el Organismo de la Energía Atómica.
Hillary Clinton no dudó en hacer explícito los "graves desacuerdos" entre Brasilia y Washington, y aseguró que el tratado firmado entre Brasil, Turquía e Irán "hace del mundo un lugar más peligroso": "le hemos dicho al presidente Lula y al canciller Celso Amorim que hacer que Irán gane tiempo hace que el mundo sea más peligroso... Vamos a seguir insistiendo en que los iraníes están utilizando a los brasileños para ganar tiempo".
Lula da Silva no tardó en replicar y afirmó que las armas atómicas de los países desarrollados y no el acuerdo con el gobierno de Irán convierten al mundo en "más peligroso": "Brasil apuesta a que el entendimiento haga callar las armas. Invierte en la esperanza, que supera al miedo. [Brasil] hace de la democracia política, económica y social su única y mejor arma. Posiciones inflexibles sólo provocan confrontación y alejan la posibilidad de soluciones para la paz".
Lula da Silva ha reiterado estos días y en varias ocasiones su malestar por la críticas norteamericanas: "tomen el asunto de Irán. La divergencia entre Irán y Estados Unidos perdura desde hace 31 años. ¿Cuál es el delito que han perpetrado Brasil y Turquía? ¿Fue el de convencer al presidente de Irán a sentarse para negociar? ¿Qué querían que hubiese acontecido? Cuando Irán decide sentarse para negociar, ellos dicen que ya no vale. No es posible hacer política internacional si no existe respeto mutuo en las relaciones. Brasil ya se ha cansado de ser de segunda división".
Esta tensión ha provocado por ejemplo que Barack Obama haya decidido no viajar a Brasil antes de que Lula da Silva abandone la presidencia lo que no hace sino indicar que el buen feeling entre ambos ya no es lo que era. Obama no desea asimismo entrometerse en la campaña electoral brasileña pues su visita se entendería como un apoyo a Dilma Rousseff frente a José Serra.
Buen feeling con Bush y Obama
Lula da Silva mantuvo unas excelentes relaciones con EE.UU. tanto bajo el gobierno de George W. Bush como en el actual de Barack Obama. Con el anterior presidente estableció en 2007 una verdadera alianza cuando firmaron un acuerdo para impulsar la colaboración de ambos países en el mercado mundial del etanol.
La relación con Bush, pese a las diferencias ideológicas era muy cercana, como expresan estas afirmaciones del propio Lula da Silva: "cuando (Bush) vino en el 2005 yo estaba obsesionado con el etanol y esa vez casi ni dejé comer al presidente contándole los proyectos que teníamos". Con Barack Obama hasta el mes de junio de 2009 todo marchó de forma semejante ya que el presidente estadounidense tenía a Lula como referente para la región y siempre le consultaba y públicamente le alababa.
Por ejemplo, Obama comentó que el presidente brasileño es "el político más popular de la Tierra", poco antes del inicio de la Cumbre del G-20 en Londres. Además, dijo que Lula era "el político más popular de la Tierra". La frase la pronunció antes de que se iniciara la cumbre del G-20 en Londres y agregó: "This is the guy!" ("Este es el hombre") y "I love this guy!" ("Amo a este tipo").
Aparecen los problemas
Sin embargo, cuatro temas han empañado la relación de un año a esta parte: los problemas comerciales, el caso de Honduras, el acuerdo Colombia-EE.UU. sobre utilización de bases y ahora la mediación brasileña en Irán. En el tema comercial, Brasil mantiene una antigua disputa por el algodón, producto al que Washington subsidia fuertemente y al que que aplica barreras arancelarias. Apoyada por la Organización Mundial del Comercio que sentenció a su favor, el gobierno de Lula da Silva bloqueó el ingreso al mercado brasileño de 102 productos estadounidenses por un valor de 560 millones de dólares.
Pero los choques políticos han sido aún más graves. Lula da Silva y Barack Obama tuvieron visiones antagónicas acerca de cómo manejar el tema de Honduras: el gobierno de Obama reconoció las elecciones presidenciales del 29 de noviembre, Brasil no lo hizo y reclamó "la inmediata restitución del presidente Manuel Zelaya. De lo contrario, las elecciones que serán realizadas el 29 de noviembre no serán reconocidas y será lanzado un peligroso precedente. Este es el consenso en toda América Latina".
Además, Lula da Silva no ha visto bien la presencia de EE.UU. en bases colombianas "nos sorprendió la transferencia (de las bases militares) de Manta, en Ecuador, a Colombia...no cuestionamos la soberanía de Colombia, pero lo que queremos es que, en el tratado firmado con Estados Unidos, quede explícito, para que nos den garantías de derecho internacional, que la base tiene como principio fundamental la actuación dentro de Colombia y no en la frontera con otros países".
El embrollo iraní
Lo que finalmente ha provocado que EE.UU. mire con desconfianza a su gran aliado brasileño ha sido el tema de Irán. Además, su intento de, apoyado en su prestigio, resolver un problema de escala mundial como el que enfrenta a Irán y a Estados Unidos le ha traído más problemas que éxitos.
El profesor Bruno Ayllón comentó a Infolatam que se trata de "una apuesta muy arriegada porque no ha habido un análisis realista de sus implicaciones. Si sale bien Brasil confirmaría que es un poder emergente". Ayllón considera que ha habido un doble objetivo en la política iraní de Lula da Silva "el primero, proyectar a Brasil fuera del escenario local como un actor con peso en el escenario internacional. En segundo lugar hay una agenda personal en esta política para situar a Lula como un candidato a altos puestos en importantes organismos internacionales, una vez deje la presidencia".
Como asegura Peter Hakim, "Brasil tiene casi con seguridad el terreno perdido con Washington. La Administración de Obama ha estado particularmente irritada por la firme defensa de Brasilia del derecho de Irán a enriquecer uranio y su aparente indiferencia a la amenaza de un Irán con armas nucleares. En el próximo período, Washington es probable que sea más cauteloso sobre apoyar o aplazar las aspiraciones de liderazgo regional e internacional de Brasil".
Lula ha recibido fuertes críticas por esta política. Andrés Oppenheimer aseguró en el Nuevo Herald que "no tiene nada de malo que una potencia emergente como Brasil asuma riesgos políticos para tratar de resolver las grandes crisis internacionales, aún cuando Lula tiene un triste historial de apoyo a algunos de los dictadores más brutales del mundo, y en esta oportunidad le haya dado una legitimidad no merecida al régimen de Ahmadinejad con su visita a Teherán. Sería bueno que Brasil alguna vez también asumiera riesgos políticos en defensa de la democracia y los derechos humanos".
Jorge Castañeda señaló en El País que "Brasil ha logrado poco en el ámbito internacional, más allá de titulares. El objetivo diplomático número uno de Lula -lograr un escaño permanente en el Consejo de Seguridad- se ve, al término de ocho años de esfuerzos, menos viable que nunca".
Quien sí le ha respaldado fuertemente es Evo Morales, lo que parece indicar que Lula da Silva ha ganado puntos entre la izquierda radical: "conozco muy bien al compañero Lula, gran defensor de los derechos humanos, seguramente debe ser codicia a un liderazgo internacional de Lula, expresado por el ex Presidente Clinton o la señora de Clinton (...) sí, la señora Clinton, la canciller secretaria de Estado".
Lo cierto es que el gobierno de Mahmud Ahmadineyad ha encontrado en el de Brasil un apoyo que rompe su actual aislamiento. La última conversación teléfonica entre el iraní y Luiz Inácio Lula da Silva lo evidencia. La agencia Isna ha señalado que el brasileño reiteró que "Irán puede contar con la cooperación y la asistencia de Brasil" mientras que Ahmadineyad insistió en que la denominada "declaración de Teherán supone "el inicio de una gran movimiento internacional en pos de la justicia, la paz y la seguridad global, que debe concretarse a través de la cooperación".
Los puntos fuertes de una relación
Pese a que la buena sintonía se ha deteriorado los vínculos entre Brasil y EE.UU. siguen siendo muy fuertes ya que ambas naciones mantienen un largo y fluido diálogo en muchos temas. Además, Estados Unidos ve en Brasil la garantía para asegurar la estabilidad en Sudamérica, frente al reto que supone Hugo Chávez.
El propio canciller brasileño, Celso Amorim, aseguró que Brasil y Estados Unidos "mantienen un diálogo marcado por la madurez, la asociación para grandes temas. Aunque los amigos no tienen que estar de acuerdo siempre''. Para Bruno Ayllón la repercusión del actual distanciamiento "se calibrará en el próximo gobierno, pues se supone que Dilma Rousseff seguiría la misma política de Lula y José Serra supondría un camvio más en consonancia con la política de EE.UU.".
De hecho, Serra criticó duramente que Lula da Silva fuera tan crítico con la violación de los derechos humanos en Honduras y no tuviera reparos en recibir al presidente iraní o viajar a Cuba.
La gran jugada de Lula da Silva para incrementar su protagonismo internacional, su apuesta por mediar en el tema iraní, está en la base de las dificultades que enfrentan actualmente Brasil y Estados Unidos. Esta política brasileña responde como asegura Peter Hakim al consenso que existe en Brasil "de que su país debe tener un papel principal en el mundo, que debe participar activamente en la elaboración de la agenda global, dando forma a los acuerdos internacionales y solucionando los problemas comunes del mundo. Esta percepción de sí mismo ha llevado al Brasil a una política exterior muy ambiciosa".
Al gobierno de Barack Obama no le gustó el pacto que el pasado 17 de mayo firmaron Teherán, Brasilia y Ankara por el cual Irán se comprometió a intercambiar 1200 kilos de uranio levemente enriquecido por mineral con un nivel mayor de radioactividad, para ser usado con fines médicos. El proceso sería supervisado por los tres países firmantes y el Organismo de la Energía Atómica.
Hillary Clinton no dudó en hacer explícito los "graves desacuerdos" entre Brasilia y Washington, y aseguró que el tratado firmado entre Brasil, Turquía e Irán "hace del mundo un lugar más peligroso": "le hemos dicho al presidente Lula y al canciller Celso Amorim que hacer que Irán gane tiempo hace que el mundo sea más peligroso... Vamos a seguir insistiendo en que los iraníes están utilizando a los brasileños para ganar tiempo".
Lula da Silva no tardó en replicar y afirmó que las armas atómicas de los países desarrollados y no el acuerdo con el gobierno de Irán convierten al mundo en "más peligroso": "Brasil apuesta a que el entendimiento haga callar las armas. Invierte en la esperanza, que supera al miedo. [Brasil] hace de la democracia política, económica y social su única y mejor arma. Posiciones inflexibles sólo provocan confrontación y alejan la posibilidad de soluciones para la paz".
Lula da Silva ha reiterado estos días y en varias ocasiones su malestar por la críticas norteamericanas: "tomen el asunto de Irán. La divergencia entre Irán y Estados Unidos perdura desde hace 31 años. ¿Cuál es el delito que han perpetrado Brasil y Turquía? ¿Fue el de convencer al presidente de Irán a sentarse para negociar? ¿Qué querían que hubiese acontecido? Cuando Irán decide sentarse para negociar, ellos dicen que ya no vale. No es posible hacer política internacional si no existe respeto mutuo en las relaciones. Brasil ya se ha cansado de ser de segunda división".
Esta tensión ha provocado por ejemplo que Barack Obama haya decidido no viajar a Brasil antes de que Lula da Silva abandone la presidencia lo que no hace sino indicar que el buen feeling entre ambos ya no es lo que era. Obama no desea asimismo entrometerse en la campaña electoral brasileña pues su visita se entendería como un apoyo a Dilma Rousseff frente a José Serra.
Buen feeling con Bush y Obama
Lula da Silva mantuvo unas excelentes relaciones con EE.UU. tanto bajo el gobierno de George W. Bush como en el actual de Barack Obama. Con el anterior presidente estableció en 2007 una verdadera alianza cuando firmaron un acuerdo para impulsar la colaboración de ambos países en el mercado mundial del etanol.
La relación con Bush, pese a las diferencias ideológicas era muy cercana, como expresan estas afirmaciones del propio Lula da Silva: "cuando (Bush) vino en el 2005 yo estaba obsesionado con el etanol y esa vez casi ni dejé comer al presidente contándole los proyectos que teníamos". Con Barack Obama hasta el mes de junio de 2009 todo marchó de forma semejante ya que el presidente estadounidense tenía a Lula como referente para la región y siempre le consultaba y públicamente le alababa.
Por ejemplo, Obama comentó que el presidente brasileño es "el político más popular de la Tierra", poco antes del inicio de la Cumbre del G-20 en Londres. Además, dijo que Lula era "el político más popular de la Tierra". La frase la pronunció antes de que se iniciara la cumbre del G-20 en Londres y agregó: "This is the guy!" ("Este es el hombre") y "I love this guy!" ("Amo a este tipo").
Aparecen los problemas
Sin embargo, cuatro temas han empañado la relación de un año a esta parte: los problemas comerciales, el caso de Honduras, el acuerdo Colombia-EE.UU. sobre utilización de bases y ahora la mediación brasileña en Irán. En el tema comercial, Brasil mantiene una antigua disputa por el algodón, producto al que Washington subsidia fuertemente y al que que aplica barreras arancelarias. Apoyada por la Organización Mundial del Comercio que sentenció a su favor, el gobierno de Lula da Silva bloqueó el ingreso al mercado brasileño de 102 productos estadounidenses por un valor de 560 millones de dólares.
Pero los choques políticos han sido aún más graves. Lula da Silva y Barack Obama tuvieron visiones antagónicas acerca de cómo manejar el tema de Honduras: el gobierno de Obama reconoció las elecciones presidenciales del 29 de noviembre, Brasil no lo hizo y reclamó "la inmediata restitución del presidente Manuel Zelaya. De lo contrario, las elecciones que serán realizadas el 29 de noviembre no serán reconocidas y será lanzado un peligroso precedente. Este es el consenso en toda América Latina".
Además, Lula da Silva no ha visto bien la presencia de EE.UU. en bases colombianas "nos sorprendió la transferencia (de las bases militares) de Manta, en Ecuador, a Colombia...no cuestionamos la soberanía de Colombia, pero lo que queremos es que, en el tratado firmado con Estados Unidos, quede explícito, para que nos den garantías de derecho internacional, que la base tiene como principio fundamental la actuación dentro de Colombia y no en la frontera con otros países".
El embrollo iraní
Lo que finalmente ha provocado que EE.UU. mire con desconfianza a su gran aliado brasileño ha sido el tema de Irán. Además, su intento de, apoyado en su prestigio, resolver un problema de escala mundial como el que enfrenta a Irán y a Estados Unidos le ha traído más problemas que éxitos.
El profesor Bruno Ayllón comentó a Infolatam que se trata de "una apuesta muy arriegada porque no ha habido un análisis realista de sus implicaciones. Si sale bien Brasil confirmaría que es un poder emergente". Ayllón considera que ha habido un doble objetivo en la política iraní de Lula da Silva "el primero, proyectar a Brasil fuera del escenario local como un actor con peso en el escenario internacional. En segundo lugar hay una agenda personal en esta política para situar a Lula como un candidato a altos puestos en importantes organismos internacionales, una vez deje la presidencia".
Como asegura Peter Hakim, "Brasil tiene casi con seguridad el terreno perdido con Washington. La Administración de Obama ha estado particularmente irritada por la firme defensa de Brasilia del derecho de Irán a enriquecer uranio y su aparente indiferencia a la amenaza de un Irán con armas nucleares. En el próximo período, Washington es probable que sea más cauteloso sobre apoyar o aplazar las aspiraciones de liderazgo regional e internacional de Brasil".
Lula ha recibido fuertes críticas por esta política. Andrés Oppenheimer aseguró en el Nuevo Herald que "no tiene nada de malo que una potencia emergente como Brasil asuma riesgos políticos para tratar de resolver las grandes crisis internacionales, aún cuando Lula tiene un triste historial de apoyo a algunos de los dictadores más brutales del mundo, y en esta oportunidad le haya dado una legitimidad no merecida al régimen de Ahmadinejad con su visita a Teherán. Sería bueno que Brasil alguna vez también asumiera riesgos políticos en defensa de la democracia y los derechos humanos".
Jorge Castañeda señaló en El País que "Brasil ha logrado poco en el ámbito internacional, más allá de titulares. El objetivo diplomático número uno de Lula -lograr un escaño permanente en el Consejo de Seguridad- se ve, al término de ocho años de esfuerzos, menos viable que nunca".
Quien sí le ha respaldado fuertemente es Evo Morales, lo que parece indicar que Lula da Silva ha ganado puntos entre la izquierda radical: "conozco muy bien al compañero Lula, gran defensor de los derechos humanos, seguramente debe ser codicia a un liderazgo internacional de Lula, expresado por el ex Presidente Clinton o la señora de Clinton (...) sí, la señora Clinton, la canciller secretaria de Estado".
Lo cierto es que el gobierno de Mahmud Ahmadineyad ha encontrado en el de Brasil un apoyo que rompe su actual aislamiento. La última conversación teléfonica entre el iraní y Luiz Inácio Lula da Silva lo evidencia. La agencia Isna ha señalado que el brasileño reiteró que "Irán puede contar con la cooperación y la asistencia de Brasil" mientras que Ahmadineyad insistió en que la denominada "declaración de Teherán supone "el inicio de una gran movimiento internacional en pos de la justicia, la paz y la seguridad global, que debe concretarse a través de la cooperación".
Los puntos fuertes de una relación
Pese a que la buena sintonía se ha deteriorado los vínculos entre Brasil y EE.UU. siguen siendo muy fuertes ya que ambas naciones mantienen un largo y fluido diálogo en muchos temas. Además, Estados Unidos ve en Brasil la garantía para asegurar la estabilidad en Sudamérica, frente al reto que supone Hugo Chávez.
El propio canciller brasileño, Celso Amorim, aseguró que Brasil y Estados Unidos "mantienen un diálogo marcado por la madurez, la asociación para grandes temas. Aunque los amigos no tienen que estar de acuerdo siempre''. Para Bruno Ayllón la repercusión del actual distanciamiento "se calibrará en el próximo gobierno, pues se supone que Dilma Rousseff seguiría la misma política de Lula y José Serra supondría un camvio más en consonancia con la política de EE.UU.".
De hecho, Serra criticó duramente que Lula da Silva fuera tan crítico con la violación de los derechos humanos en Honduras y no tuviera reparos en recibir al presidente iraní o viajar a Cuba.
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