viernes, 12 de febrero de 2010

Dura reacción china a la venta de armamento norteamericano a Taiwan


Ateneadigital.es
Alexandre Calvo Cristina

La notificación por la Casa Blanca al Congreso de su intención de proporcionar un lote de armas a Taiwán, por importe de 6.400 millones de dólares, ha hecho saltar todas las alarmas en Beijing.

El paquete propuesto incluye:

. 60 helicópteros UH-60M Black Hawk.

. 114 sistemas anti-misil Patriot "Advanced Capability-3".

. 12 misiles Harpoon.

. 2 Dragaminas.

No contiene sin embargo aviones de caza F-16, que diversos observadores consideran habrían conllevado una respuesta aun más violenta.

Sin embargo, y pese a la ausencia de estos reactores, la reacción del régimen chino, muy sensible a todo lo relativo a la isla, que considera una provincia rebelde, ha ido más allá de las protestas habituales en otras ocasiones. Su ministerio de Asuntos Exteriores ha anunciado sanciones contra las empresas estadounidenses involucradas en la transacción. Aunque no ha indicado nombres, ello podría afectar, entre otras, a:

. Sikorsky Aircraft (United Technologies Corp.)

. Lockheed Martin Corp. . Raytheon Co.

. Boeing Co.

Además Beijing también ha comunicado la cancelación de diversos programas de intercambio militar, y ha advertido del daño grave que la decisión puede suponer en las relaciones bilaterales con Washington.

El viceministro de Asuntos Exteriores He Yafei convocó a una reunión al embajador estadounidense Jon Huntsman para transmitirle personalmente su protesta por una decisión que uno de los comunicados oficiales chinos tacha de "Burda intervención en los asuntos interiores de China, que pone en peligro su seguridad nacional y los esfuerzos en pos de una reunificación pacífica".

No menos duras han sido las palabras de diversos medios de comunicación estatales. El "China Daily" ha acusado a los Estados Unidos de emplear una doble moral respecto a la China, mientras que el "Global Times" considera que Obama no fue sincero cuando declaró en noviembre pasado durante su visita al país que no pretendía "contenerlo".

China teme que la medida anunciada por la Casa Blanca contribuya a aumentar significativamente la capacidad militar de Taiwan, oficialmente la República de China, lo que dificultaría posibles operaciones bélicas contra la misma. Además está preocupada por lo que interpreta como una posible confirmación de la disposición estadounidense a plantar cara a su expansionismo.

Al fundarse la República Popular China en 1949, tras la victoria comunista en la larga guerra civil, los responsables del régimen priorizan la unidad nacional y el establecimiento de las "zonas tapón" que permitan proteger el litoral, donde se concentra la población y la actividad económica. La conquista del Tíbet y la derrota del señor de la guerra que controla Xinjiang permitirán consolidar dichas zonas, mientras que la intervención en la guerra de Corea salvará a los comunistas coreanos de su derrota en Inchon y permitirá, tras la destitución por Truman del general MacArthur, el establecimiento de otra zona tapón, en forma del régimen norcoreano.

El cambio de rumbo económico en 1979 obedece a las mismas premisas, tras el fracaso del maoísmo se impone el pragmatismo como única forma de mantener unido al país y legitimar el régimen. El éxito del golpe de timón permite la recuperación de Hong Kong y Macao, con lo que la única espina clavada al régimen es Taiwán.

En los años 90 Beijing opta por amenazar con la fuerza bruta, llegando al extremo de lanzar misiles que sobrevuelan la isla, en un intento de coaccionar a su población y evitar que la reciente democratización desemboque en una declaración formal de independencia. Sin embargo, como pude observar personalmente dichos días en Kaoshiung, en el sur de Taiwan, los efectos fueron más bien los contrarios, con una sensación de calma generalizada.

Tras el fracaso de dichas tácticas, Beijing decide no abandonar pero si esconder el palo y emplear la zanahoria. Aunque continúa aumentando el potencial militar desplegado frente a la isla, en los últimos años de mandato del presidente Chen Shui-ban opta por ignorar lo que considera provocaciones, y se esfuerza en reforzar los vínculos económicos y culturales con la Isla. Esta política se ve beneficiada por los crecientes flujos comerciales y de inversión a través del estrecho de Taiwán.

Con la victoria electoral el 2008 del actual presidente Ma, Beijing considera que su política ha dado frutos, al haber contribuido con su discreción a la llegada al poder de alguien claramente identificado con China. Sin embargo, y pese a haberse dado los últimos meses diversos pasos de gran importancia, especialmente en el ámbito económico, no hay en Taiwán una mayoría clara a favor de una reunificación con China. Tampoco a favor de una declaración formal de independencia, al menos a corto plazo, por lo que en cierta manera se impone una continuidad en el "status quo".

Sin embargo dicho "status quo" tiene uno de sus pilares en la conservación por parte de Taipei de una capacidad de disuasión militar que aleje a Beijing de la tentación de emplear la fuerza para forzar la reunificación. Por ese motivo, y al objeto de eliminar dicho obstáculo a sus pretensiones, China sigue con mucha atención y se esfuerza en evitar la venta de armamento avanzado a Taiwán.

No nos debe pues extrañar la virulencia con la que Beijing ha reaccionado ante las noticias de la aprobación del paquete de armamento. Hay que tener en cuenta, además, que dicha decisión norteamericana tiene lugar en un momento de alta tensión con Beijing.

El impacto de la crisis económica mundial sigue notándose en Estados Unidos, y alimenta con fuerza las posturas proteccionistas. China, que goza de un notable superávit comercial con Norteamérica, está en el punto de mira.

Aunque se da una notable interdependencia a nivel económico, con una parte importante de la deuda pública estadounidense en manos chinas, existe una sensación bastante generalizada que el mercado chino, que hace unos años se contemplaba con enormes ilusiones, ha decepcionado. La falta de respeto a la propiedad intelectual, el intervencionismo arbitrario, la ausencia de un poder judicial independiente . son factores que han desengañado a muchas empresas norteamericanas, que se preguntan hasta que punto sus expectativas eran realistas.

Un buen ejemplo es Google, que hace unos días anunció su decisión de abandonar la China si no se pone fin a las restricciones draconianas bajo las que opera, y se aclaran las acusaciones de ciberespionaje.

Precisamente la postura oficial norteamericana en este caso, con declaraciones públicas a favor de la libertad en Internet, seguida de la aprobación de la venta de armas a Taiwan, podrían señalar una actitud mucho más dura de Washington hacia la China. Dicha postura se vería alimentada no solamente por los factores económicos ya citados, sino por la proximidad de unas elecciones legislativas parciales con tintes de plebiscito, y la cada vez más generalizada sensación que Beijing amenaza la supremacía norteamericana en tres áreas clave:

. El espacio, con un programa espacial marcadamente militar y muy ambicioso,

. El control de los océanos, con el desarrollo de misiles antibuque y posiblemente portaaviones, y

. El ciberespacio, donde se librarán al menos en parte las guerras futuras.

Confirman esta postura diversas declaraciones "off the record" de altos funcionarios estadounidenses.. Uno de ellos ha indicado que "se trata de asegurar [a China] que no hay ningún malentendido y que actuaremos en defensa de nuestros intereses de seguridad nacional", mientras que otro ha remarcado que "a diferencia de administraciones precedentes no hemos esperado hasta el final de nuestro mandato para aprobar la venta de armas a Taiwán. Lo hemos hecho temprano".

En contraste con las administraciones Clinton y Bush, que iniciaron su andadura con una postura relativamente dura hacia Beijing, que posteriormente dio paso a una mayor acomodación de sus intereses, Obama ha intentado en su primer año del mandato tratar con guantes de seda a China, pero ello solamente ha alimentado la soberbia de sus dirigentes. El primer ministro Wen Jiabao llegó al extremo, en la cumbre sobre el clima de Copenhagen, de enviar a un subordinado a una reunión con el presidente norteamericano.

Obama podría pues haber decidido cambiar de postura, reconociendo que China tan sólo respeta la fortaleza, y que cualquier intento de congraciarse con su régimen es inevitablemente percibido como una debilidad a ser explotada.

Por parte de China, algunas voces cercanas al régimen han advertido sobre diversos campos en que Beijing podría vengar la afrenta. Ye Hailin, catedrático de relaciones internacionales de la Academia China de Ciencias Sociales, ha señalado que "tenemos más de una carta. En problemas relacionados con Afganistán, Corea del Norte e Irán, Washington necesita nuestra cooperación".

WASHINGTON TAMBIÉN PROPORCIONARÁ OBUSES A NUEVA DELHI

Pocos días antes de darse a conocer la decisión norteamericana sobre la venta de armamento a Taiwán se supo que el Pentágono ha solicitado al Congreso suministrar 145 obuses M-777 al Ejército indio.

La transacción se efectuará directamente de gobierno a gobierno, lo que permitirá sortear un obstáculo que los últimos años ha afectado negativamente el rearme indio, concretamente el miedo de muchos oficiales superiores y funcionarios civiles del ministerio de Defensa de ser acusados de corrupción. Dichos temores han supuesto un importante freno a muchos programas de adquisición de armamento.

Los obuses M-777, de 155 milímetros de calibre, serán destinados a las divisiones de montaña, sustituyendo gradualmente a las actuales piezas de 105 mm. Por ello a esta partida se espera que la sigan otras, hasta completar el cambio de modelo.

Se trata de un nuevo paso en la creciente relación estratégica entre Washington y Nueva Delhi, cuyas fuerzas armadas avanzan gradualmente hacia una mayor interoperabilidad, imprescindible para hacer frente con garantías al expansionismo chino.

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