martes, 12 de mayo de 2009

Muchos librecambistas no leyeron bien a Adam Smith

Mercado.com.ar

Los mercados libres sin regulación estatal no figuran en las páginas de “La Riqueza de las Naciones”, de Adam Smith, dice Amartya Kumar Sen, un economista bengalí que en 1998 fue Nobel de Economía por su trabajo sobre el bienestar económico.

Testigo de la hambruna de 1943 en su Estado natal de Bengala Occidental (India) cuando sólo tenía 10 años, Amartya Sen dedicó la mayor parte de su vida a comprender, medir y combatir la pobreza. La justicia es la piedra angular de su pensamiento, que combina la economía con la filosofía. Experto también en políticas de desarrollo y globalización, contribuyó a crear el Índice de Desarrollo Humano que publica Naciones Unidas y que mide el bienestar de las naciones no por su producto interior bruto, sino por otras variables económicas y sociales.

En el ensayo reseñado a continuación, cuyo título original es “Capitalism beyond the crisis”, vuelve a las páginas de la obra de Adam Smith analizándola desde lal óptica de la recesión económica actual. (Ensayo originalmente publicado en el New York Review of Books (Volumen 56, No. 5, Marzo 26 , 2009). En esencia dice que Adam Smith tenía razón, aunque tal vez los librecambistas más furibundos interpretaron erróneamente que él defendía los mercados libres no regulados. La crisis económica global comenzó de pronto en el otoño estadounidense y se aceleró a un ritmo escalofriante.

Los intentos de los gobiernos por detenerla han tenido poco éxito a pesar de haber comprometido cantidades increíbles de fondos públicos. La cuestión que se plantea ahora con mayor fuerza se refiere a la naturaleza del capitalismo y si necesita ser cambiado.

Algunos defensores del capitalismo desenfrenado, que se resisten al cambio, están convencidos de que se acusa exageradamente al capitalismo por problemas de corto plazo-problemas que se atribuyen a mal gobierno o al mal comportamiento de algunas personas. Otros, no obstante, ven realmente graves defectos en los actuales acuerdos económicos y quieren la reforma, en busca de un enfoque alternativo que muchos llaman "nuevo capitalismo".

La idea de viejo y nuevo capitalismo tuvo un rol protagónico en un simposio denominado "Nuevo Mundo, Nuevo Capitalismo", que se celebró en París en enero pasado y fue organizado por el presidente francés Nicolas Sarkozy y el ex primer ministro británico, Tony Blair, quienes hablaron elocuentemente sobre la necesidad de cambio.

También lo hizo la Canciller alemana Angela Merkel, quien se refirió a la antigua idea en Alemania de "mercado social"-un mercado restringido por una mezcla de políticas de consenso-como posible modelo para el nuevo capitalismo.

Sobre la futura organización de la sociedad en el largo plazo Sen se plantea una primera gran pregunta. ¿Deberíamos buscar un nuevo capitalismo o un “nuevo mundo” que tenga una forma diferente? Esta no es una cuestión nueva porque ya en el siglo XVIII se la planteó el fundador de la economía moderna, Adam Smith, cuando presentó su análisis del funcionamiento de la economía de mercado.
Smith nunca usó la palabra capitalismo, dice Sen, y sería difícil para nosotros extraer de sus trabajos alguna teoría sobre la suficiencia de la economía de mercado, o de la necesidad de aceptar el dominio del capital. En La Riqueza de las Naciones él habló del importante papel de los valores para elegir la conducta y de la importancia de las instituciones.
Pero fue en su primer libro, The Theory of Moral Sentiments, (publicado hace exactamente 250 años) que investigó a fondo el poderoso rol de los valores sin fines de lucro. Allí decía que la “prudencia” era la virtud más útil para el individuo. Y luego enumeraba la “humanidad, justicia, generosidad y espíritu público” como las cualidades más útiles para los demás.”
¿Qué es capitalismo exactamente? ¿Cuáles son las características especiales que hacen un sistema indudablemente capitalista-antiguo o nuevo? Parecería que descansar sobre los mercados para las transacciones económicas es una condición necesaria para que una economía se identifique como capitalista De manera similar, la dependencia del beneficio y de las recompensas individuales basadas en la propiedad privada se consideran como arquetipos característicos del capitalismo. Sin embargo, si estos son requisitos necesarios los sistemas económicos que tenemos actualmente, por ejemplo, en Europa y América no serían genuinamente capitalistas.
Todos los países ricos en el mundo tienen, desde hace bastante tiempo, una parcial dependencia de las transacciones y de otros pagos que se producen en gran medida fuera de los mercados, como las prestaciones por desempleo, jubilaciones y la provisión de educación pública y salud.
Los derechos económicos relacionados con tales servicios no se basan en la propiedad privada ni en los derechos de propiedad. Se suele olvidar que Smith no consideró que el mecanismo del mercado fuera un actor independiente de excelencia o que dependiera, para su funcionamiento, sólo de la maximización del beneficio. Pero el mayor error consiste en interpretar que la limitada discusión que hace Smith sobre por qué la gente busca comerciar como si fuera un análisis exhaustivo sobre todas las normas de conducta e instituciones que él creyó necesarias para que funcione bien una economía de mercado.
La gente busca el comercio por su propio interés. En cambio la economía necesita otros valores y compromisos -- como la confianza mutua – para trabajar con eficiencia. En palabras del propio Smith: “Cuando la gente de un país determinado tiene confianza en la fortuna, probidad y prudencia de un determinado banquero como para creer que siempre estará dispuesto a pagar cuando se lo pida, los pagarés pasan a tener el mismo curso que el oro o la plata tienen como dinero.”
Smith explicó por qué este tipo de confianza no siempre existe. En la crisis actual hubo muy buenas razones para la desconfianza y el quiebre de la seguridad. Las obligaciones y responsabilidades asociadas con transacciones en los últimos años se hicieron más difíciles de rastrear debido al rápido desarrollo de mercados secundarios con productos derivados y otros instrumentos financieros. Esto ocurría en un momento en que había mucha disponibilidad de crédito empujada por enormes excedentes comerciales en algunas economías.
Un prestamista subprime (de hipotecas malas) que convencía a una persona de correr un riesgo peligroso aceptando una hipoteca que tal vez no podría pagar, podía pasar el instrumento financiero a otras partes en lugares remotos a la transacción original. La necesidad de regulación y supervisión se ha vuelto más imperiosa. Y sin embargo el rol de supervisar, especialmente en Estados Unidos se veía recortado en el mismo periodo por la creencia en la naturaleza auto regulatoria de la economía de mercado.
Precisamente cuando aumentaba la necesidad de vigilancia estatal, esa supervisión se encogía. Las dificultades económicas actuales, en mi opinión, no reclaman un “nuevo capitalismo” pero sí exigen una amplia comprensión de viejas ideas sobre el alcance y los límites de la economía de. Lo que se necesita, por sobre todas las cosas, es una apreciación clara de cómo funcionan las instituciones y una comprensión de cómo pueden contribuir las organizaciones a producir un mundo económico más decente.

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