martes, 7 de abril de 2009

Bombas de tiempo


Sergio Elguezabal

La escasez de agua, la degradación de la calidad del aire y los suelos, el crecimiento y disposición de los residuos, y la producción de energías contaminantes, son los problemas ambientales más graves que afectarán a la población en los próximos 10 años. Al menos, esa es la principal conclusión de un grupo de expertos y representantes de organizaciones dedicadas al estudio y seguimiento de la cuestión ambiental.

Con el cambio climático como telón de fondo, el paisaje ha comenzado a variar y esos nuevos trazos podrían ser irreversibles, aún más, podrían agravarse si no se toman medidas con urgencia.

Un informe del Banco Mundial, presentado hace pocas semanas en Buenos Aires, reafirma la gravedad de la situación. Las conclusiones cruzan variables políticas económicas y ambientales, e indican que el proceso se ha desatado, y la productividad agrícola empezará a caer en América Latina entre un 12 y un 50 por ciento en las próximas décadas. El deterioro de los suelos por sobreexplotación y utilización exagerada de agroquímicos es una de las razones. Aquí, un recorrido por los temas medioambientales que más preocupan.

Agua

El 71 por ciento de la superficie del planeta está cubierta por agua. Apenas el 2,5 por ciento es agua dulce, pero no toda puede ser consumida porque más del 70 por ciento está congelada en los polos. Es decir, que con menos del 1 por ciento del total del agua existente hoy, se deben satisfacer las necesidades de 6.600 millones de personas que habitan el planeta. Según cifras de las Naciones Unidas, en la próxima década, unas 2.700 millones de personas vivirán en zonas con escasez de agua.

La diputada nacional y licenciada en economía Fernanda Reyes, agrega que a la alarmante y continua degradación del agua, hoy se le suma una distribución inequitativa: hay millones de personas sin acceso al agua segura para sus necesidades elementales. “Se trata de un bien escaso y lamentablemente se lo usa sin control”, y cita el ejemplo de los millones de litros que utiliza la minería a cielo abierto en provincias como Catamarca o San Juan.

Por otro lado, el incremento de la duración de los períodos de sequía y lluvias, es una de las consecuencias más perjudiciales de los cambios en el clima. Esto representa la mayor preocupación del especialista en meteorología Osvaldo Canziani, quien preside uno de los grupos de trabajo del Panel de Expertos sobre Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC, por sus siglas en inglés).
Según menciona se está gestando una especie de revolución por el recurso hídrico, habida cuenta de que se ha duplicado el consumo de agua desde principios del siglo XX hasta 1940, y que se ha multiplicado dos veces más a fines del siglo. Esto está indicando que todos debemos informarnos de qué manera podemos darle una solución posible.

“El agua es un elemento vital que probablemente generará en un futuro no muy lejano negocios de trillones de dólares. Hoy una botella de agua es un elemento muy valioso para países con escasez, aunque cualquiera de nosotros puede despreciarla al abrir la canilla y dejarla correr libremente”, afirma Canziani, quien recibió, junto con sus colegas, el Premio Nobel de la Paz 2007.

Residuos

El mal manejo de los desechos afecta a casi todas las ciudades de Argentina y de Latinoamérica. La mayoría de los grandes ríos y lagos está contaminado por la basura domiciliaria, las cloacas y la actividad industrial o minera. Por lo menos, en la Argentina, hay más de 2.000 basurales a cielo abierto sin ningún tipo de control.

La directora Ejecutiva de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), María Eugenia Di Paola, explica que la basura —su tratamiento y disposición— será un problema a resolver en la década que viene. Di Paola quien es experta en derecho de los Recursos Naturales e hizo un master en derecho Ambiental expresa que, en primer término, hace falta revertir el modelo de contaminación imperante por uno diferente, que dé prioridad a la restauración y prevención. “Esto implica trabajar en la gestión integral de los residuos que incluyen el reciclado, revalorización y reutilización de los elementos que consumimos”.

Para la especialista será notable el impacto de las actividades productivas en el agua, el aire y el suelo. “Producir la menor contaminación de estos recursos será fundamental para lograr el equilibrio de los ecosistemas. La clave está en el trabajo que, tanto en el nivel público como privado y ciudadano, pueda hacerse en las cuencas hídricas y atmosféricas. Hay que garantizar que el agua y la riqueza que encierra la tierra, puedan perdurar y mantener la calidad, porque lo que estará en juego es la salud de la población”.

Aire y suelo

La superficie cultivada en América Latina se duplicó en los últimos 10 años. La agricultura intensiva y la utilización de productos químicos, degradó los suelos hasta dejarlos en algunas zonas como La Pampa o Santa Fe, inutilizados para cualquier tipo de producción.

Definitivamente, la deforestación indiscriminada cambió el paisaje y, en consecuencia, ha generado variaciones en las condiciones climáticas, y ha restado posibilidades para la oxigenación necesaria. Di Paola propone cambiar el paradigma de las actividades productivas. “El sector privado debe adaptarse, integrando en su planificación y forma de trabajo, al ambiente y al desarrollo sostenible.
En la región, un ejemplo del desafío que se presenta, es el de la agricultura sustentable —rotación de los suelos, evitar los fertilizantes químicos, proteger y mejorar la calidad del suelo, el aire y el agua, para satisfacer las necesidades actuales y futuras del mundo— frente al avance de la frontera agrícola sin la debida planificación”.

Energías contaminantes

La desaceleración en la utilización de energías contaminantes llevará varios años; los autos y la producción todavía se sostienen con los combustibles fósiles. Los equipos técnicos de FARN alertan sobre la inminente escasez del petróleo y sus derivados. Señalan como alternativa las energías renovables, y apuntan que hace falta una modificación de la matriz energética mundial. “La dependencia de los combustibles deberá cambiar por dos razones: es un recurso no renovable y uno de los principales productores de dióxido de carbono”, dice Di Paola.

Calentamiento global

Canziani señala que la temperatura global seguirá aumentando cada año, y a consecuencia de esto, la Argentina sufrirá cada vez más tormentas fuertes, granizadas, y el aumento del nivel del mar. “América del Sur contribuye al efecto invernadero del mundo con un cinco por ciento, y la mitad de ese porcentaje es a causa de la deforestación”, explica el científico.

Sergio Jellinek, director de Comunicación del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, dice que “los países y ciudadanos de América Latina, en particular los que viven en condiciones de extrema pobreza, son altamente vulnerables a los efectos del cambio climático”, y cita las principales conclusiones del estudio que el organismo acaba de presentar sobre la materia.

En un escenario sin cambios, es decir sin una acción decidida por parte de los gobiernos, el sector privado y la sociedad civil, los impactos más críticos del cambio climático en América Latina y el Caribe serían los siguientes:

En México, entre 30 % y 85 % de los establecimientos rurales podrían enfrentar la pérdida total de su productividad económica en 2100.

Los desastres naturales resultantes de fenómenos climáticos (tormentas, sequías e inundaciones), tendrán un costo promedio de 0,6 por ciento del PBI en los países afectados. Varios glaciares andinos desaparecerán dentro de los próximos 20 años, lo que afectará el suministro de agua de 77 millones de personas en el año 2020.

El riesgo de dengue, paludismo y otras enfermedades infecciosas aumentaría en algunas zonas.
“Hay que entender que los países industrializados, cargan con una responsabilidad histórica por las actuales concentraciones de gases de efecto invernadero, que causan el cambio climático. Por lo tanto, un compromiso concertado que involucre a América Latina, debe estar basado en la idea de que una mejor gestión ambiental, debe ir de la mano con el crecimiento económico”, expresa Jellinek.

Los desafíos que la humanidad tiene por delante en esta materia, posiblemente sean los más grandes del siglo. Para llegar a buen puerto hace falta un compromiso que involucre no sólo a los Estados, las empresas y las organizaciones de la sociedad civil. Es la hora de la responsabilidad individual. Reconocerlo nos hará bien.

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