Philip Stephens
VERSIÓN AL ESPAÑOL DE ROSANNA CAPELLA
Estamos viviendo un brusco giro en la historia. Un mundo multipolar que ha sido pronosticado largamente, pero que siempre ha parecido estar fijo de forma segura en el horizonte. Ahora este se ha convertido muy repentinamente en el presente.
La historia está desplegando las desmejoradas cifras económicas. El año próximo, al igual que este año, las economías de los estados en crecimiento, como China, la India, Brasil, Turquía, Indonesia y el resto, es posible que crezcan por un 8% o más. Las naciones avanzadas mayormente cargadas de deuda lucharán por expandirse por más de un 2%. El patrón está bien establecido. La división global está entre las naciones de lento y de rápido crecimiento, así como también entre las ricas y las crecientes.
En consecuencia, el equilibrio geopolítico se está ajustando. China se está insertando en Asia del Este. La India está creando una marina. Turquía y Brasil están buscando traducir el poder regional en prestigio internacional. Indonesia es un equivalente entre Washington y Beijing. Europa lucha contra la irrelevancia; América contra un creciente déficit presupuestario y la paralización política.
Las predicciones respecto la aprobación de la primacía de E.U. son prematuras. Por todos sus problemas, América queda como el único superpoder, la única nación dispuesta a proyectar el poder en cada esquina de la tierra. Una de las historias menos notables del 2010 ha sido el retorno de E.U. para Asia. Nerviosos por Beijing y la letal imprevisibilidad de Corea del Norte, los vecinos de China han clamado la protección del Tío Sam.
El cuadro del poder de E.U. pintado por cables diplomáticos secretos está esencialmente debilitándose. El objetivo de América de su interés nacional coincide la mayor parte del tiempo con la provisión de bienes públicos para el resto de nosotros. Washington se preocupa en privado, tanto como lo hace en público sobre el impacto,por la seguridad global de la proliferación nuclear, los decadentes estados, el terrorismo y los conflictos regionales.
El otro lado de la moneda de WikiLeaks es que E.U. es una superpotencia inadecuada. Los cambios diplomáticos muestran cómo su poder sin rival ha dejado a E.U. incapaz de imponer sus soluciones en los conflictos del mundo. Solamente este mes vimos a Benjamín Netanyahu de Israel arruinar los esfuerzos de Barack Obama para promover la paz en el Medio Este.
Los estados del mundo que están en crecimiento están en una etapa en la que desean disfrutar del poder sin responsabilidad. Poniendo una simpática interpretación en su última flexión de músculos, China es el adolescente que sólo ha descubierto que tiene la fuerza física de un adulto. Al ignorar la admonición de Deng Xiaoping de esperar su momento, Beijing está malgastando el blando poder acumulado en una década.
La India quiere el respeto dispensado por un estatus de gran poder, pero se resiste a perder la credibilidad conferida por su viejo rol de liderazgo no alineado. Deli es también extrañamente incapaz de confrontar enemistades en su propio vecindario. Turquía desea mirar hacia el este como también hacia el oeste, pero todavía tiene que balancear sus nuevas ambiciones por el liderazgo musulmán con su viejo compromiso con la integración euroatlántica.
Europa está en mala forma. Lo que comenzó como una crisis bancaria del sector privado se ha convertido en una crisis de deuda del sector público. La eurozona está bajo asedio de los mercados. La real amenaza es política. El golpe económico del relativo declive del continente contra una creciente Asia ha surgido con las continuas réplicas políticas desde la caída del Muro de Berlín hace dos décadas atrás.
VERSIÓN AL ESPAÑOL DE ROSANNA CAPELLA
Estamos viviendo un brusco giro en la historia. Un mundo multipolar que ha sido pronosticado largamente, pero que siempre ha parecido estar fijo de forma segura en el horizonte. Ahora este se ha convertido muy repentinamente en el presente.
La historia está desplegando las desmejoradas cifras económicas. El año próximo, al igual que este año, las economías de los estados en crecimiento, como China, la India, Brasil, Turquía, Indonesia y el resto, es posible que crezcan por un 8% o más. Las naciones avanzadas mayormente cargadas de deuda lucharán por expandirse por más de un 2%. El patrón está bien establecido. La división global está entre las naciones de lento y de rápido crecimiento, así como también entre las ricas y las crecientes.
En consecuencia, el equilibrio geopolítico se está ajustando. China se está insertando en Asia del Este. La India está creando una marina. Turquía y Brasil están buscando traducir el poder regional en prestigio internacional. Indonesia es un equivalente entre Washington y Beijing. Europa lucha contra la irrelevancia; América contra un creciente déficit presupuestario y la paralización política.
Las predicciones respecto la aprobación de la primacía de E.U. son prematuras. Por todos sus problemas, América queda como el único superpoder, la única nación dispuesta a proyectar el poder en cada esquina de la tierra. Una de las historias menos notables del 2010 ha sido el retorno de E.U. para Asia. Nerviosos por Beijing y la letal imprevisibilidad de Corea del Norte, los vecinos de China han clamado la protección del Tío Sam.
El cuadro del poder de E.U. pintado por cables diplomáticos secretos está esencialmente debilitándose. El objetivo de América de su interés nacional coincide la mayor parte del tiempo con la provisión de bienes públicos para el resto de nosotros. Washington se preocupa en privado, tanto como lo hace en público sobre el impacto,por la seguridad global de la proliferación nuclear, los decadentes estados, el terrorismo y los conflictos regionales.
El otro lado de la moneda de WikiLeaks es que E.U. es una superpotencia inadecuada. Los cambios diplomáticos muestran cómo su poder sin rival ha dejado a E.U. incapaz de imponer sus soluciones en los conflictos del mundo. Solamente este mes vimos a Benjamín Netanyahu de Israel arruinar los esfuerzos de Barack Obama para promover la paz en el Medio Este.
Los estados del mundo que están en crecimiento están en una etapa en la que desean disfrutar del poder sin responsabilidad. Poniendo una simpática interpretación en su última flexión de músculos, China es el adolescente que sólo ha descubierto que tiene la fuerza física de un adulto. Al ignorar la admonición de Deng Xiaoping de esperar su momento, Beijing está malgastando el blando poder acumulado en una década.
La India quiere el respeto dispensado por un estatus de gran poder, pero se resiste a perder la credibilidad conferida por su viejo rol de liderazgo no alineado. Deli es también extrañamente incapaz de confrontar enemistades en su propio vecindario. Turquía desea mirar hacia el este como también hacia el oeste, pero todavía tiene que balancear sus nuevas ambiciones por el liderazgo musulmán con su viejo compromiso con la integración euroatlántica.
Europa está en mala forma. Lo que comenzó como una crisis bancaria del sector privado se ha convertido en una crisis de deuda del sector público. La eurozona está bajo asedio de los mercados. La real amenaza es política. El golpe económico del relativo declive del continente contra una creciente Asia ha surgido con las continuas réplicas políticas desde la caída del Muro de Berlín hace dos décadas atrás.
Una Alemania unida y más inarrepentiblemente nacionalista, ha volcado el equilibrio político de la Unión Europea. La Unión funcionó cuando el liderazgo fue compartido por Francia y Alemania. Pero Berlín ahora quiere la voz cantante. La moneda única puede ser rescatada, pero no estoy seguro de que haya gran entusiasmo por una Europa alemana. En cuanto a Gran Bretaña, su primer ministro con su rostro muy fresco no ha mostrado ningún interés, ni aptitud, en elaborar algo parecido a una política extranjera.
Japón, donde yo he pasado esta semana en una serie de discusiones de seguridad celebradas por el Fondo Alemán Marshall de E.U. y la Fundación Tokio, parece atrapado en una negación semi-permanente. Aunque alarmados por los enfrentamientos con China en relación al impugnado Mar Oriental del Este, Japón ha tenido cinco primer ministros en tres años. Este juego de la silla política de alguna forma parece más fácil que pensar sobre una respuesta estratégica para las inseguridades del este de Asia.
Rusia se cuenta entre los poderes en crecimiento. Pero es un estado decreciente atrapado en su pasado. Por razones de políticas locales y de una gran búsqueda de atención, los líderes rusos continúan pretendiendo que el enemigo está en el oeste. El orgullo nacional, ellos juzgan, puede ser restaurado solamente estando por encima de E.U. y Europa.
Los peligros reales están más cerca de casa. La corrupción endémica, la decadencia demográfica y una economía libre de petro-carbono. En otros lugares, los desafíos estratégicos llegan del extremismo islámico y la posibilidad de que China y La India rompan sus fronteras en los despoblados territorios orientales de Rusia. El interés de Rusia a largo plazo está en una integración más estrecha con el occidente. Dmitry Medvedev, presidente de Rusia, puede comprender esto. Vladimir Putin, su predecesor y posible sucesor, se queda con la vieja historia.
La forma perezosa de describir el nuevo panorama geopolítico es uno de un combate entre el oeste y el resto, entre las democracias liberales occidentales y las autocracias económicas del mercado oriental. Simples como pueden parecer tales divisiones pasan por alto las complejidades. Nadie está más determinado, por ejemplo, que Rusia y China para frenar a la India de asegurar un sitio permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Pocos están más preocupados que la India por la acumulación de fuerzas militares de China.
Una opinión más sanguínea del mundo ordenado parece para el Grupo de 20 naciones como un instrumento para forjar un consenso más amplio sobre la cooperación este-oeste y norte-sur. Hay cierta razón para el optimismo sobre la gobernación económica global; mucho menos cuando se trata de seguridad y política extranjera.
Normativas internacionales
Con el creciente reconocimiento del poder estatal en las naciones sobre las normativas internacionales, la soberanía sobre el multilateralismo y la transición a un nuevo orden, es posible que se vea más rivalidad y competencia que cooperación.
Los hechos de interdependencia no pueden ser ignorados, pero ciertamente serán evaluados. Será un paseo lleno de baches. Es una pena entonces que gran parte de los países del Oeste parecen decididos a esconderse bajo las sábanas.
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